Adeptos

domingo, 19 de enero de 2014

Las tres preguntas prohibidas

¡Perdón por escribir tan tarde hoy, pero vengo recién llegada de viaje! Sin embargo, más vale tarde que nunca, así que vamos allá.
La entrada de hoy es algo así como la segunta parte de mi entrada anterior, El miedo a la cara lavada, así que si la primera os gustó espero que esta desmienta aquello de "segundas partes nunca fueron buenas".


El otro día, mi compi Ariadna aleccionaba a dos amigos varones sobre ciertos aspectos que son tabú a la hora de hablar con una mujer, sobre todo cosas que nunca se deben preguntar. A raíz de esa conversación, se me ocurrió que existen al menos tres preguntas prohibidas que nunca bajo ningún concepto debes hacer a una mujer (excepto en casos especiales, que ahora mismo veremos). Estas tres preguntas tienen diverso grado de peligrosidad dependiendo de la mujer y su momento vital, pero la mención de cualquiera de ellas provocará que lo mínimo que haga sea sentirse avergonzada y/o ofendida, a veces ambas cosas, a veces combinado con un ataque de furia, fuego y destrucción. 
Estas tres preguntas inefables lo son porque suscitan una respuesta implícita que la sociedad nos ha instaurado en la placa base pero que en el fondo sabemos que no hay por dónde cogerla, puesto que la verdad verdadera es muy diferente. Por eso nos hacen sentir tan incómodas, porque mientras que nuestro entorno nos grita "¡LA VERDAD ES ESTA!" nuestro cuerpo replica "¡Y un huevo de pato viudo!". 


1ª . "¿Cuántos años tiene/s?" (especialmente peligrosa si no se sabe si preguntarla de tú o de usted; si la responden con un "¿Tú cuántos me echas?", estáis en un buen lío)

 
 RESPUESTA IMPLÍCITA: Porque deberías verte más joven. 

Pese a que tengamos 80 años y aparentemos 56, la sociedad siempre nos dirá que podemos comprar una nueva crema/tratamiento/ritual vudú para aparentar los 48 otra vez, con lo cuál si nos preguntan qué edad tenemos, en lugar de asumir que no es más que una duda inocente, nos lo tomamos como un ataque no provocado sobre la fecha impresa sobre nuestro DNI y empezamos a mentir. Luego viene el espabilado que nos echa años de menos y allá que vamos nosotras, todas halagadas como idiotas cuando la verdad verdadera es que la edad no es más que un número que no tenemos por qué falsear, porque no dice más de nosotros que el número de días que llevamos hollando esta tierra. No dice nada sobre nuestras experiencias, nuestros miedos, nuestra energía o nuestras ganas de vivir, por lo que debemos deshacernos ya de la idea de que nos define de manera alguna.

2ª.  "¿Que cuánto pesas?" (sólo se permite formularla a los profesionales de la salud)


 RESPUESTA IMPLÍCITA: Porque deberías estar más delgada. 

Pese 80 kilos o 22, cualquier mujer se va a ver gorda en algún momento, nos pasa a todas, porque todas queremos tener cuerpo de revista post-Photoshop pero nuestra genética y hábitos no suelen cooperar. Prácticamente toda mujer ha probado alguna dieta en su vida o ha intentado hacer ejercicio para "ponerse en forma" (en forma que no sea redonda, vaya), se ha saltado una comida o ha salido metiendo tripa en alguna foto. Señoras, somos tontas, porque sabemos perfectamente que la verdad verdadera es que lo que debemos estar es SANAS, dentro de un peso razonable para nuestra estatura de acuerdo con nuestro índice de masa corporal, y si no entramos en una 36, pues ya entraremos en una 40, una 42, o una 32. Si debemos comer sano y hacer algo de ejercicio no es más que porque son la manera más sencilla de sentirnos mejor, tener mejores defensas y llegar a viejas pellejas.

3ª.  "¿Y esos pelillos?" (nunca, de verdad, bajo ningún concepto)

 
RESPUESTA IMPLÍCITA: Porque ahí no deberían estar, deberías ser lisa y tersa como la tripa de una ballena.

No hay cosa peor que cuestionar la depilación de una mujer. Quizás ahí no se llegaba, esos no se los ha visto, esta semana no ha tenido tiempo o se la ha jugado la esteticién, pero hoy en día está tan completamente instaurado el canon estético de la depilación totalmente total que este es un tema peliagudo incluso entre amigas. Tenemos PAVOR a dejarnos un pelillo solitario vagando a la deriva por cualquier recóndito lugar de nuestro cuerpo y que nos lo encuentre alguien. ¿La verdad verdadera? Dejando a un lado aquella teoría de que "donde hay pelo hay alegría", en realidad el vello responde a una necesidad corporal por proteger aquellas zonas más sensibles de nuestro cuerpo, así que si está ahí es porque tiene alguna función. ¿Que a todas nos gusta sentirnos suaves? Sí, pero afeitáos los brazos un invierno como solía hacer una amiga y veréis qué frescurri que pasáis. ¿O acaso pensáis que los pelos de la nariz están para que os hagáis trenzas? No, no, están para filtrar lo que vuestros orificios nasales dejan pasar a vuestra nariz, igual que las cejas os protegen los ojos de que les entre agua y el vello de axilas e ingles crece ahí para evitar que en las zonas de roce de piel os salgan escoceduras en verano. Así que antes de volveros locas y arrancaros los pelos cual pollo listo para la cazuela, pensad en cuáles os molestan, cuáles os quitáis por estética y qué hacéis por presión social.

Ya sé que parecen preguntas muy estériles y que le damos demasiadas vueltas a todo, pero eh, ¡qué le vamos a hacer, si nos han dibujado así!

Ruth

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